martes, 3 de enero de 2012

¿Dónde está Dios? Un ejemplo en Daniel


¿Dónde está Dios?Si te preguntas dónde esta Dios, lee la siguiente historia.
Un terremoto estremece los cimientos de donde nos sentimos seguros; un tornado arrasa toda una vida de recuerdos; la bala de un asesino cambia la historia nacional; un conductor ebrio siega la vida de una víctima inocente; un divorcio destroza un hogar.
Las tragedias personales y las globales hacen que nuestro mundo parezca un lugar tenebroso, lleno de maldad y aparentemente fuera de control.

Y la letanía de bombardeos, golpes de estado, asesinatos y desastres naturales pueden hacernos pensar que Dios está ausente o es impotente.
¿Dónde esta Dios?, preguntamos llorando de tristeza y desesperación. Hace 26 siglos, Daniel pudo haberse desesperado. Él y cientos de sus conciudadanos fueron deportados a una tierra extranjera después de la caída de Judá.
Se enfrentó a un tirano egocéntrico y se vio rodeado de idólatras. En vez de rendirse y renunciar a todo, este joven valiente se sostuvo de la fe en su Dios. Daniel sabía que a pesar de las circunstancias, Dios era soberano y estaba trabajando en un plan de para las naciones y para los individuos. El libro de Daniel se centra en esta profunda verdad: la soberanía de Dios.
Después de un breve resumen del sitio que puso Nabucodonosor, y de la derrota de Jerusalén, la escena cambia rápidamente a Daniel y a sus tres amigos, Ananías, Misael y Azarías (Sadrac, Mesac y Abed-nego). Estos hombres tenían altos cargos dentro del gobierno babilónico. Daniel, en particular, tenía ese cargo debido a su don de interpretar los sueños del rey que hablaban del plan de Dios en desarrollo. Insertado entre los sueños se encuentra el registro fascinante de los tres amigos de Daniel y el horno. Debido a que no quisieron inclinarse ante un ídolo de oro, los condenaron a morir quemados.
Sin embargo, Dios intervino y les salvó la vida. 
Belsasar gobernó Babilonia después de Nabucodonosor, y la historia nos habla de su encuentro con el mensaje de Dios escrito en una pared. Daniel, a quien llamaron para interpretar el mensaje, predijo la caída de Babilonia ante los medos y los persas. Esta predicción se cumplió esa misma noche, y Darío el medo se apoderó de Babilonia.
Daniel llegó a ser uno de los consejeros de mayor confianza de Darío. El que lo pusieran en un puesto tan privilegiado causó el enojo de otros administradores, quienes planearon su muerte y convencieron al rey para que proscribiera la oración. A pesar de la ley, Daniel continuó orando a su Señor soberano. Como resultado de ello, lo condenaron a morir en un foso de leones hambrientos. Otra vez, Dios intervino y salvó a Daniel, cerrando la boca de los leones.
El libro concluye con una serie de visiones que Daniel tuvo durante los reinados de Belsasar, Darío y Ciro. Estos sueños subrayan dramáticamente los planes futuros de Dios, que comienzan con Babilonia y continúan hasta el final de los tiempos. Presentan una predicción de la redención de Dios y se dice que son la clave de toda profecía bíblica.
Dios es soberano. Él tenía las riendas de Babilonia, y se ha estado moviendo a lo largo de la historia, controlando los destino de la gente desde entonces. ¡Y ahora también! A pesar de los informes noticiosos y de la tensión personal, podemos tener la seguridad de que Dios está al timón. Cuando usted lea Daniel, observe la obra de Dios y siéntase seguro en su soberanía.

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